sábado, 10 de noviembre de 2012

Nadar II

       La aeronáutica llego a ser su obsesión construyendo o financiando uno de los mayores globos del mundo “Le Geant” y en el que casi pierde la vida además de la fortuna. Existe un curioso paralelo entre las carreras de Nadar y de su contemporáneo Itienne Carjat quien realizo muchos de los mejores retratos de la época. Igual que Nadar era caricaturista, director de revistas y amigo de artistas y escritores que se reunían en el estudio que abrió en 1860.

       El éxito de este fotógrafo con el retrato al igual que Nadar posiblemente se debió a su habilidad con la caricatura la cual necesita reconocer los rasgos esenciales de un rostro con las que se revela en el carácter de una persona. Menos ostentoso y menos espectacular, Carjat fue también muy popular solamente en el año 1866 hizo 1 millar de retratos y sobresalen de su obra los retratos de Paunier, Courbet, Baudelaire, y Victor Hugo.

       Otro fotógrafo en el que se da un enfoque más deliberado fue Adan Salomon, ponía a sus modelos bajo una luz lateral, los rodeaba de paños de terciopelo para crear un efecto pictórico también colocaba algún objeto arquitectónico y las montaba sobre unas tarjetas en las que aparecía impresa la leyenda “compuesta y fotografiada por el escultor Adan Salomon”. La Martine en cierta ocasión denomino la fotografía como un plagio de la naturaleza, confesó que tras admirar los retratos por Salomón no podía sostener ya que la fotografía era solo un oficio, ahora proclamaba que era un arte, “mas que un arte, un fenómeno solar donde el artista colaboraba con el sol”.

       Cuando algunas copias de Salomón se presentaron a la “photography society the Edimburgo” se suscito una discusión entre los miembros de la academia de la sociedad, para algunos la obra de Salomón estaba retocadas, el problema se resolvió cuando se hizo un examen al microscopio y se vio que en verdad Salomón había hecho retoques. Aunque casi todos los fotógrafos decían que esa práctica era detestable, según palabra de Nadar el retoque se convirtió en una práctica rutinaria, porque el cliente lo pedía, además de retocarlo, las copias eran a menudo pintadas con colores opacos y era frecuente que en los estudios fotográficos existiera la figura del colorista.

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