miércoles, 29 de agosto de 2012

Los primeros estudios fotográficos

        Se levantaban construcciones apropiadas para las necesidades de una gran iluminación. En una época en la que la luz eléctrica aun no había aparecido, con estructuras metálicas y cristal se ubicaban en los patios o azoteas una especie de invernaderos, para aprovechar al máximo la luz para hacer más llevaderos los sufrimientos. A la hora de posar, se dotaban estos invernaderos de una antesala con cierto derroche de lujo con sillones cómodos, ambientes agradables, todo ello enfocado a apaciguar el nerviosismo, relajar al “paciente” y que saliese después una buena imagen.

         En esta época heroica del retrato fotográfico el daguerrotipo manía quedo reflejado en la prensa satírica de la época, especialmente con las caricaturas de Daumier. Con el paso del tiempo y con la visión distanciada, se empezó a considerar el valor de aquellos retratos decimonónicos (s.XIX), pero sus contemporáneos estaban lejos de ver las cualidades y la importancia que se les ve ahora, y el afán en la nueva técnica seguía siendo para sustituir a la miniatura y/o a la pintura.

         Se hicieron intentos de colorear los daguerrotipos, el primero de estos intentos se le debe al óptico Chevalier que en 1840 idea un sistema secundario para no tocar la frágil placa metálica. Consistía en aplicar tintes planos y transparentes en un cristal que se superpone al daguerrotipo y se enmarcaban juntos haciéndoles coincidir lo mejor posible.

         Muy pronto empezaron a aparecer formulas variadas y que se mantenían en secreto, consistían básicamente en una aplicación con pincel de colores en seco, pulverizados que luego se fijaban con agua destilada.

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